ELISEO VERÓN
EL DISCURSO POLÍTICO
Es evidente que el campo discursivo de lo político implica enfrentamiento, con relación a un enemigo, lucha entre enunciadores.
La enunciación política parece inseparable de la construcción de un adversario.
Para nosotros, hablar de enunciador implica el anclaje del discurso donde se construye la imagen del que habla.
La cuestión del adversario significa que todo acto de enunciación política supone la existencia de otros actos de enunciación, opuestos al propio. Todo acto de enunciación política a la vez es una réplica y supone una réplica.
Todo discurso político esta habitado por un otro negativo. El discurso político construye también un otro positivo, aquél al que el discurso está dirigido. Podemos decir que el imaginario político supone no menos de dos destinatarios: un destinatario positivo y otro negativo.
El discurso político se dirige a ambos al mismo tiempo. Al construir su destinatario positivo y su destinatario negativo, el enunciador político entra en relación con ambos.
El destinatario positivo es el receptor que participa de las mismas ideas, que adhiere a los mismos valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador. El partidario es el prodestinatario. La relación entre el enunciador y el prodestinatario se da por un colectivo de identificación, que se expresa en un nosotros inclusivo.
El destinatario negativo es el constradestinatario, lo que es verdadero para el enunciador es falso para contradestinatario e inversamente. Es la oposición del adversario.
Pero el análisis del discurso político en un contexto democrático revela la existencia de un tercer tipo de destinatario. Éstos son identificados habitualmente como los "indecisos".
La posición de los "indecisos" tiene el carácter de suspensión de la creencia. Es la posición del paradestinatario. Al paradestinatario va dirigido todo lo que en el discurso político es el orden de la persuasión.
El colectivo de identificación se lo designa de manera explícita en el discurso "nosotros los peronistas", también puede tener sentido negativo "muchos socialistas piensan..."
"ciudadanos, trabajadores, argentinos, etc." Son colectivos asociados al paradestinatario.
Los metacolectivos singulares, singulares porque no admiten la fragmentación y meta porque son mas abarcativos que los otros colectivos. "la francia, el país, la república, el estado, el mundo, el pueblo, la nación".
Ciertas formas nominalizadas son características de este tipo de discurso son conocidas como "fórmulas": "el cambio sin riesgo", "la otra política", etc. La función de estas fórmulas es poseer un valor metafórico respecto a la posición política.
Formas nominales utilizadas a modo de explicación, son verdaderos operadores de interpretación: "la crisis", "el corralito", "el imperialismo", etc.
Enunciar una palabra política consiste entonces en situarse a sí mismo y en situar tres tipos de destinatarios diferentes, por medio de constataciones, explicaciones, prescripciones y promesas, respecto de las entidades del imaginario; por un lado de aquellas entidades con las cuales el anunciador busca construir una relación, los metacolectivos, y por otro respecto de la entidad que funda legitimidad de la toma de palabra, el colectivo de identificación.
Es evidente que el campo discursivo de lo político implica enfrentamiento, con relación a un enemigo, lucha entre enunciadores.
La enunciación política parece inseparable de la construcción de un adversario.
Para nosotros, hablar de enunciador implica el anclaje del discurso donde se construye la imagen del que habla.
La cuestión del adversario significa que todo acto de enunciación política supone la existencia de otros actos de enunciación, opuestos al propio. Todo acto de enunciación política a la vez es una réplica y supone una réplica.
Todo discurso político esta habitado por un otro negativo. El discurso político construye también un otro positivo, aquél al que el discurso está dirigido. Podemos decir que el imaginario político supone no menos de dos destinatarios: un destinatario positivo y otro negativo.
El discurso político se dirige a ambos al mismo tiempo. Al construir su destinatario positivo y su destinatario negativo, el enunciador político entra en relación con ambos.
El destinatario positivo es el receptor que participa de las mismas ideas, que adhiere a los mismos valores y persigue los mismos objetivos que el enunciador. El partidario es el prodestinatario. La relación entre el enunciador y el prodestinatario se da por un colectivo de identificación, que se expresa en un nosotros inclusivo.
El destinatario negativo es el constradestinatario, lo que es verdadero para el enunciador es falso para contradestinatario e inversamente. Es la oposición del adversario.
Pero el análisis del discurso político en un contexto democrático revela la existencia de un tercer tipo de destinatario. Éstos son identificados habitualmente como los "indecisos".
La posición de los "indecisos" tiene el carácter de suspensión de la creencia. Es la posición del paradestinatario. Al paradestinatario va dirigido todo lo que en el discurso político es el orden de la persuasión.
El colectivo de identificación se lo designa de manera explícita en el discurso "nosotros los peronistas", también puede tener sentido negativo "muchos socialistas piensan..."
"ciudadanos, trabajadores, argentinos, etc." Son colectivos asociados al paradestinatario.
Los metacolectivos singulares, singulares porque no admiten la fragmentación y meta porque son mas abarcativos que los otros colectivos. "la francia, el país, la república, el estado, el mundo, el pueblo, la nación".
Ciertas formas nominalizadas son características de este tipo de discurso son conocidas como "fórmulas": "el cambio sin riesgo", "la otra política", etc. La función de estas fórmulas es poseer un valor metafórico respecto a la posición política.
Formas nominales utilizadas a modo de explicación, son verdaderos operadores de interpretación: "la crisis", "el corralito", "el imperialismo", etc.
Enunciar una palabra política consiste entonces en situarse a sí mismo y en situar tres tipos de destinatarios diferentes, por medio de constataciones, explicaciones, prescripciones y promesas, respecto de las entidades del imaginario; por un lado de aquellas entidades con las cuales el anunciador busca construir una relación, los metacolectivos, y por otro respecto de la entidad que funda legitimidad de la toma de palabra, el colectivo de identificación.
Comments