El nacionalismo incipiente

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Poder político, orden social: éstas eran las exigencias básicas de los criollos. Las peticiones de cargos públicos y de seguridad expresaban una conciencia más profunda, un desarrollado sentido de la identidad, una convicción de que los americanos no eran españoles.
Este presentimiento de nacionalidad sólo podía encontrar satisfacción en la Independencia.


Al mismo tiempo que los americanos empezaban a negar la nacionalidad española se sentían conscientes de las diferencias entre sí mismos, porque incluso en su estado prenacional las distintas colonias rivalizaban entre sí por sus recursos y pretensiones.

La literatura de la ilustración circulaba en Hispanoamérica con relativa libertad. Poseer un libro no significaba necesariamente aceptar sus ideas. A los lectores americanos a menudo los movía sólo la curiosidad intelectual; querían saber lo que pasaba en el mundo entero.
Es cierto que algunos criollos cultos eran algo más que reformadores; eran revolucionarios.



Manuel Belgrano conocía muy bien el pensamiento de la ilustración. Mariano Moreno era un admirador entusiasta de Rousseau, con su Contrato social editado en 1810. Estos hombres eran precursores de la independencia; pero eran una pequeña elite e indudablemente avanzada con respecto a la opinión criolla. La mayor amenaza con el imperio español, procedía de los intereses americanos mas que de las ideas europeas.

Suponer que el pensamiento de la Ilustración hizo revolucionarios a los hispanoamericanos es confundir causa con efecto.

Algunos eran ya disidentes; por esa razón buscaban en la nueva filosofía más inspiración para sus ideales y una justificación intelectual para la revolución venidera.

La influencia de Estados Unidos fue mas benéfica y más duradera. En los años antes y después de 1810 la propia existencia de los Estados Unidos excitó la imaginación de los hispanoamericanos, y su poderosos ejemplo de libertad y republicanismo brillaba ante los ojos hispanoamericanos. Ejemplares de la constitución Federal y de la Declaración de Independencia, traducidos al español, fueron introducidos en la zona por comerciantes norteamericanos cuyas opiniones liberales coincidían con sus intereses en desarrollar un mercado libre del monopolio español. Su patriotismo, no español, regional más que continental, porque cada uno de los países tenía su identidad.




En ese momento el patriotismo de los jesuitas americanos ibas más allá. Escribían para desvanecer la ignorancia europea de sus países, y en particular para destruir el mito de la inferioridad y degeneración de hombres, animales y vegetales en el Nuevo Mundo, un mito propagado por diversas obras antiamericanas de mediados del siglo XVIII.
La literatura de los jesuitas exiliados pertenecía más a la cultura hispanoamericana que a la española.

Para que el lealismo disminuyera y creciera el americanismo se necesitaba un factor más, el factor de la oportunidad. Ésta llegó en 1808, cuando la crisis del gobierno en España dejó a las colonias sin metrópoli. El final fue rápido, aunque la agonía precedente, prolongada.

Antes de la catástrofe final, cuando el programa de reforma y renacimiento de Carlos III cedió ante un renovado declive y una nueva dependencia. Sorprendida por la Revolución Francesa, impotente ante el poder de Francia, España fue cayendo de crisis en crisis.
Cuando la dirección política decayó desde los modelos de Carlos III y sus ilustrados ministros a los de Carlos IV, el gobierno sobrevivió sólo por improvisación. A partir de 1776, España se vio arrastrada por Francia en sus guerras contra Inglaterra y participó en ellas en calidad de satélite, obligada a subvencionar a su vecina imperial y a sacrificar sus propios intereses.
El comercio colonial fue la primera víctima. Disminuyeron las importaciones de productos coloniales y metales preciosos y en 1805 las exportaciones desde Cádiz bajaron un 85 por cierto.


Cuando en 1807-1808 Napoleón decidió destruir los últimos jirones de la independencia española e invadió la península, el gobierno borbónico se encontraba dividido y el país no pudo defenderse del ataque. Luego los franceses ocuparon Madrid y Napoleón indujo a Carlos y a Fernando a ir a Bayona para tener unas conversaciones. Allí, forzó a ambos a abdicar y al mes proclamo a José Bonaparte rey de España y de las Indias.
En España el pueblo comenzó a combatir por su independencia y los liberales a preparar una constitución. Las cortes de Cádiz promulgaron la constitución en 1812, que declaraba a España y América una sola nación.

Pero aunque a los americanos de les garantizaba representación, se les negaba una representación igual, y aunque de les prometían reformas se les negaba la libertad de comercio.

La conquista francesa de España, la caída de los Borbones españoles, el implacable imperialismo dañó a las relaciones entre España y América.

Los americanos no podían tener a los Borbones; no querían a Napoleón; no se fiaban de los liberales. entonces, ¿a quién debían obedecer?


La revolución del sur fue más rápida, avanzando desde el Río de la Plata, a través de los Andes, hasta el Pacífico. La revolución del norte, hostigada más de cerca por España, se desvió de Venezuela a Nueva Granada y volvió a su lugar de origen.
Ambas convergieron en Perú, la fortaleza de España en América.





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